Cuando la palabra no brota,

Hermano mío,

Dicen,

Se echa mano

Del puro sentimiento,

Como si aquella y este fueran almas

Disociadas,

Distantes,

Desunidas,

Desvinculadas y alejadas

Tanto una de la otra

Como si nunca se hubieran amado,

Nunca querido,

Nunca juntado en tierno abrazo,

Ese que nos han negado cuando más lo necesitabas,

Ese que no hemos podido darte al despedirte,

El de tu último viaje

Adonde tu fe te lleva,

En mágico vuelo,

Más allá de la bóveda

Azul del cielo.

Como también,

Así lo vemos,

A la tierra de tus padres

Y tus hermanos

En mi versión más prosaica y descreída:

La del eterno desconsuelo

Del que tú te salvas

Por tu convicción

Y a mí me basta

Para recordarte

Como el firme

Creyente

De siempre

Que vence,

Por amor,

A la muerte.

 

(a la memoria de mi querido hermano José Ignacio)