Falsaff no cree en la otra vida

«Falstaff…» es ante todo una farsa grotesca inspirada en el Carnaval, que parte de tres ingredientes temáticos: Sexo, Religión y Muerte; incidiendo especialmente en este último.

Pero al igual que sucede en nuestros Carnavales, la muerte es abordada aquí en tono jocoso, en clave de humor negro, como una necesidad de «conjurar al fantasma de la muerte», a decir de la protagonista, en el momento en que enfoca este asunto como un juego divertido… hasta que la muerte se presenta de verdad, con su terrible rostro.

Es entonces cuando aparece la reflexión y la farsa adquiere tintes de tragedia, haciéndose cruelmente grotesca: ¿Somos insensibles a la muerte? ¿Nos es indiferente el sufrimiento ajeno mientras éste sea tal y no se acerque a nosotros? ¿Puede alguien dar una respuesta convincente a estas interrogantes? Probablemente no. Tampoco la dan los personajes de esta farsa que, por otra parte, evocan los que creara W. Shakespeare en su «Enrique IV», especialmente el que presta su nombre al título: Falstaff, por ser el más universal y carnavalesco de todos ellos. Espero que Sir W. Shakespeare sepa perdonarme.

Premio Francisco de Avellaneda de Teatro, 1989