Cinco derrotas de comedia cruel

Cinco derrotas, itinerarios o vías… Cinco posibles rutas por donde la imaginación del autor camina entre alcaldes acomplejados, hastiados activistas y un joven fatalmente desorientado. Un disperso compendio de personajes perdedores, cada cual a su modo aunque todos, sin duda, derrotados. Pero su derrota es la de la vida, no la de la escena trágica: no hay lugar para el heroismo; todo lo más, para un patetismo próximo al ridículo. El volumen está compuesto por cinco obras teatrales con ese denominador común.

En la primera, Rosa del jardín prohibido, asistimos a la relación y posterior enfrentamiento entre dos personajes, masculino y femenino, que representan dos estereotipos de la personalidad. Sólo que aquí lo másculino es de película; y lo femenino, puro travestismo. Estamos ante dos máscaras necesitadas de amor, pero cuya falta de autenticidad les impide realizarse.

La segunda es La tierra movida bajo los pies, o las consecuencias de un terremoto que se produce debajo de uno mismo. Algo que en principio puede parecer meramente casual; pero no tanto si el terremoto es la decisión de dejar las armas por parte de una organización terrorista.

El argumento de Sueños de identidad discurre entre las tensiones que se producen entre dos pequeños pueblos (uno a cada lado de la frontera) al hilo de que la nueva política europea cambie los límites nacionales. Un comando lugareño (dos hermanos) secuestran a los alcaldes de ambos lados para hartarlos de vino y conseguir doblegar sus voluntades políticas.

Hermana y esclava, bajo forma de farsa infantil, pretende recrear las peculiares relaciones de dominio y sumisión que suelen producirse en el ámbito doméstico. Sus protagonistas no son otras que Las hermanas Gilda, genial creación del dibujante Manuel Vázquez a quien se rinde así homenaje.

Finalmente, Pirulo Lumbreras es una suerte de Segismundo del siglo XX, solo que en vez de ser víctima de un oráculo, lo es de la corrección política de sus padres; de la suposición de que, a mayor permisividad, tanto más «progresista» y «libre» es la educación. El resultado puede ser una losa que atenaza y limita el desarrollo de muchos jóvenes en nuestra sociedad.

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